viernes, 25 de julio de 2014

El llamado de la filosofía

Corría el sábado pasado, sábado 19 de julio, cuando en la mañana se me ocurrió la idea de cambiar el fondo de pantalla de mi computadora, quería poner algo distinto a los típicos fondos de Windows o a los colores sólidos que de verdad no les veo ni una ligera gracia. Decidí buscar algo de mi pintor favorito, el señor René Magritte, así que comencé a divagar por el Internet hasta que me acordé que meses atrás me había desesperado por hacer un ensayo sobre algún pintor (peruano o extranjero). Ahí fue que me separé un rato de las imágenes y entré a ver ese ensayo sobre Magritte que hace mucho tiempo me había comenzado a llamar la atención, el título: "Esto no es una pipa". El autor: Michel Foucault, el resultado era un genio hablando de otro genio, es decir, una genialidad de libro.

Increíblemente el libro estaba en formato PDF y el prefacio, que no era de él, sino de Guido Almansi, pues me pareció muy atrayente, era un prólogo exquisito (como deben de ser todos los prólogos) que dije: ¿sabes, Juan? Tienes el día libre, lee como si no hubiera mañana. No lo podía creer, luego de 90 páginas, poco más de 4 horas (con mi almuerzo de por medio y mi baño tambien) había terminado el libro. Y esto tenía sus ciertas ventajas: Comprendí algo más de la pintura de Magritte (en líneas posteriores les comento exactamente lo que pude rescatar del libro). Comprendí algo más de Michel Foucault y su apreciación psicológica/filosófica de las pinturas de algunos pintores: menciona a Klee, Kandinsky y Magritte. Y volví a, por fin y en contra de todo pronóstico, ser un lector ávido como lo hube sido hace algunos meses. Al día siguiente de eso, por fin pude terminar con una obra maestra que venía arrastrando y no podía terminar, una desgracia para mí. Cuando la terminé, me sentí tan aliviado, con una cara de: "¡¿Así termina esto?!". La obra era, por si acaso, "Un mundo feliz" del maestro Aldous Huxley; obra maestrísima de un hombre que merece que le llamemos así. Después de todo, lo supe: Estaba volviendo a ser yo, Juan Francisco, con "f" de filosofía. 

Ahora sí, un poquito sobre el libro: Comienza con algunas cosillas que me interesaron, como por ejemplo: (1). Se afirma que los locos son primos de los poetas y aunque suene gracioso, le saqué una relación bastante curiosa. Primero que todo, yo pensé que el libro se llamaba así (Esto no es una pipa) porque Foucault analizaba la locura de los cuadros de Magritte, pues Michel realmente conocía ese campo, sin embargo, Foucault quiere ingresar al cuadro para explicar detalladamente por qué no es, efectivamente, una pipa (no daré sus razones, no me gusta hacer "spoiler"). Luego de eso, terminado el libro en la noche, revisando mi regalo de cumpleaños pasado, un libro Taschen sobre Magritte, me di cuenta que decía que Magritte era un poeta, ése era su fin; ahí se conectó todo para mí: Magritte es el primo de un loco. (2). Me encantó la parte del libro en la que citan al mismísimo René y le pregutan cuál era el fin de su obra, éste respondió que con sus obras no debes sentir, mas deben ser un herramienta para pensar. También se afirma que muchas de sus obras las hacía sin saber en qué terminarían y que luego les daba un significado: Muchas de sus pinturas tienen una descripción hecha por el mismo. (3). Lo último que rescaté de la obra es que Foucault hace una crítica artística pero maravillosa con respecto a términos filosóficos y psicológicos, analiza todo de forma tan detallada como incisiva y nos da un texto para leerlo una y otra vez. Busquen el libro: "Esto no es una pipa. Ensayo sobre René Magritte", Michel Foucault

Eso ha sido todo por hoy, espero que les haya gustado la entrada y ya veo cuándo vuelvo a publicarles algo, les juro que me encantó escribir esto el día de hoy. Hasta luego.

domingo, 13 de julio de 2014

No sé si he vuelto

Espero que el título de esta entrada refleje exactamente lo que quiero decir. Han pasado algunos varios meses desde que no escribo, realmente nada por aquí y podría excusarme bien en que mi computadora se malogró, en que ahora estudio alemán los lunes y los miércoles por la noche y que el colegio no me deja ya mucho tiempo libre. Podría también decir que el mundial me distrajo un poco. Que ver a Alemania campeonar y ver a Klose tocar la Copa del Mundo y convertirse en el goleador de los mundiales o que la eliminación precoz de mi selección favorita, la cual es la italiana, podría decir muchas cosas, pero ninguna serviría. Atravieso cambios, y la brusquedad no se encuentra en ellos, son cambios ligeros que van llegando de poco a poco, me preocupo más por mi cuerpo y menos por mi cabeza, mi familia dice que extraña al Juan que los molestaba hablando de filosofía en vez de hablarles de tanto ejercicio.  He dejado de leer y dentro de una serie de vanos intentos, por fin estoy terminando un libro que debí haber terminado hace 2 meses. He dejado de escribir, y recién he vuelto a hacerlo, me he inspirado. Ahora, yo no sé si deba seguir escribiendo o no, y no me siento con la osadía de hacerlo, pero igual lo hago porque la tentación es grande, en el fondo sé que esto me ayudará realmente en mi futuro. Las personas cambiamos y mayormente lo hacemos sin querer. Eso es lo que cuesta ser un humano. Para cerrar esta entrada y quizás abrir un nuevo capítulo no sé si deba disculparme con ustedes (bueno, mis queridos seguidores) porque ustedes (y acá me pongo como el típico hombre que agradece a todos) hacen que yo mejore y que en el futuro me convierta en un buen escritor y un buen periodista. No sé si he vuelto y si lo he hecho, pues lo hice semanalmente. Gracias.