lunes, 15 de diciembre de 2014

Hannah Arendt y la banalidad del mal

Un poco de Hannah Mont... perdón, Hannah Arendt.

Si iba a volver, tenía que volver hablando de alguien muy importante. Una persona de la cual no he hablado mucho, es más, creo que nada a profundidad y creo que se merece una gran oportunidad por ser una gran filósofa. Hablo de la señorita que está saliendo por estos días en la portada de Wikipedia: Hannah Arendt. Quizá la filósofa más importante que ha tenido el siglo XX. Nacida en Alemania en el año de 1906, fue contemporánea de Sartre, pero ella tuvo una realidad totalmente distinta. Fue una filósofa especializada en temas de política, de origen judío (lo que en ciertos momentos le trajo grandes problemas). Gracias a uno de los problemas que le causó ser judía, vio que era necesario tratar de conseguir la nacionalidad estadounidense. En sus primeros años de estudio tuvo la suerte de tener a un profesor tan majestuoso e inteligente como el mismísimo Martin Heidegger, el cual admiraba como admiraría cualquier persona de esos tiempos que tuviera relación a la filosofía, pienso yo. Ella lo conoció en la universidad de Marburgo y tuvieron una relación que no pudo durar mucho por diversos factores externos a ellos, cuando la presión universitaria subía demasiado. Se pasó, entonces, a otra universidad: a la de Friburgo (en la que, recordemos, Heidegger se volvería rector cuando Hitler está ad portas de entrar al poder). En la universidad Albert Ludwig de Friburgo pasa a recibir clases del gran padre de la fenomenología Edmund Husserl. Luego de su semestre en Friburgo decidió estudiar filosofía en la gran universidad de Heidelberg (sí, de Heidelberg, no de Heidegger), donde se convirtió en la amiga de su tutor Karl Jaspers. Luego de sus estudios, no al instante pero no muy tarde, llegaría el gobierno nazi. 

La banalidad del mal:

Un día como hoy pero de hace 53 años es acusado uno de los señores más importantes dentro de las famosas SS, Adolf Eichmann, de quien, la señorita Arendt, haría un libro muy importante, posiblemente el más importante que ella escribió, llamado: Eichmann en Jerusalén: Un informe sobre la banalidad del mal. Siendo la banalidad del mal un tema totalmente criticado por las personalidades importantes del mundo occidental mayormente. Y la idea es criticada por lo siguiente: afirma, en primera instancia (después va a salir a tratar de explicar de una forma mejor, sin perder la esencia de la primera teoría, lo que ella dijo), que aunque los hechos de Eichmann sean totalmente repudiables y nunca aceptados por la mayoría de las personas, él no tenía la capacidad de crueldad tan alta como para haber cometido tantas atrocidades (por eso el libro se llama "Eichmann en Jerusalén", ya que ahí fue juzgado por lo que hizo). El tenía, pues, un sistema inculcado en la cabeza por vivir bajo la burocracia y la mecánica nazi, que hacía que matara siendo este su trabajo por el que no tenía que sentir absolutamente nada, sólo hacerlo. Interesante visión que muchos vieron más como una justificación, pero pienso que si se analiza un poco más esta idea puede llegar a ser un poco más aceptable para un grupo de gente. Sinceramente, a simple vista, esta idea no me parece del todo cierta, ya que creo que dentro de cada ser hay siempre algún lado no malo, pero sí relativamente de odio hacia algo, entonces creo que cualquier persona que haga algo por simple mecánica tiene la oportunidad de darse cuenta de que quizá lo que ha hecho no lo ven muchas personas bien y puede dejar de hacerlo. Pero, esta idea que acabo de decir posiblemente tenga muchos puntos débiles ya que Arendt pudo tener toda la razón y además Eichmann pudo haber sido un adicto a su trabajo sin odiar (o tener tanta crueldad, por lo menos) hacia la raza judía. ¿Por qué escribe este libro? Buena pregunta, lo escribe porque ella fue una de las enviadas para ver el juicio en vivo en sus épocas de periodista en la revista The New Yorker.

Eso ha sido todo por hoy, espero les haya gustado mi entrada de regreso y aunque me haya ausentado, les juro que me encanta hacerles entradas. Un día de éstos vuelvo con un resumen propio del exquisito libro "El orden del discurso" del gran Michel Foucault. Hasta luego. 

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