lunes, 3 de junio de 2013

Dasein

Buenas, hoy es el inicio de otra semana que de seguro estará llena de alegrías, para mí, para usted. Bien, hoy día hablaré sobre un término que conocí hace unos pocos días, el término (mencionado por Hegel, por ejemplo) tiene como traducción literal al español: "ser-ahí". Ahora, uno se preguntará qué quiere decir un término tan ilógico (a simple vista), pero obviamente es una traducción y obviamente, no hemos profundizado nada en el tema. Muchos filósofos modernos han hablado de eso mismo, del "dasein", pero sólo Heidegger le ha tomado con profundidad y le ha hecho casi una sección completa en su libro: "Sein und Zeit"  (Ser y tiempo). El "dasein" es, según la filosofía heideggeriana, un ente que ha sido lanzado, tirado a la tierra y que, con  diversas cosas que no tienen ninguna fuerza (por ejemplo, un martillo, o yo qué sé, un papel), hace algo, y con eso, al mismo tiempo, historia. El "dasein" también es el único ser que se cuestiona por el "ser", nos dice Heidegger. Ahora, el "ser" de Heidegger, no es, según las características, un ser humano, un "ser-ahí", sino más bien (y aún así no lo haya afirmado), es un ser que podría ser traducido por Dios, claro que esta idea sigue siendo examinada por los congresos heideggerianos y por universidades las cuales le toman bastante importancia a la facultad de filosofía. Ojo: No se debe confundir el "ser" con el "ser-ahí". El "ser-ahí" (según la filosofía existencialista de Heidegger), es un ser enviado por alguien hacia la tierra para ser una posibilidad. El "ser", quizá, con los indicios de los textos de Martin Heidegger, es como la figura de quien mandó al "dasein".

El principito
Antoine de Saint-Exupéry, aviador y escritor, tuvo un momento de ingenio, donde creó a un chico que reflejaba su vida, sus pensamientos filosóficos. Este libro cumplió 70 años la semana pasada y ha sido muy importante e influyente en el mundo, y en la literatura moderna, siendo obligado a leer y leído en todo el mundo. 

Cuídense, pásenla bien y nos vemos mañana, Zaratustra los bendiga, nos vemos, leemos y escribimos. Adiós.

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